Desde que allá por 1992 desapareciera la URSS, el fútbol en Rusia ha sido dominado en su totalidad por equipos radicados en Moscú. El monopolio del Spartak ha sido casi total a lo largo de estos casi veinte años.
Sólo tres equipos de ciudades diferentes a Moscú han logrado el título de la Premier Liga rusa, el Alania Vladikavkaz en una ocasión, y en dos el Rubin Kazan y el Zenit de San Petersburgo.
Spartak con nueve títulos, CSKA con tres y Lokomotiv con dos, han sido los verdaderos dominadores del panorama futbolístico ruso.
La liga en Rusia se caracteriza por poseer un calendario opuesto en fechas al del resto de Europa, debido a las condiciones climatológicas adversas que allí soportan. Pero esto va a cambiar a partir de la temporada 2012/2013 donde se equipararán a los meses habituales del resto de los campeonatos continentales debido a intereses comerciales y a la ambición rusa de ser altamente competitivos en las competiciones europeas que los equipos de allí disputen.
Pero el fútbol en Rusia ha cambiado, y mucho, en pocos años. Y para bien.
De hecho no es de extrañar ver a equipos del país con mayor superficie mundial inmersos en las últimas eliminatorias de competiciones europeas. Y esto es debido a múltiples factores.
En primer lugar, han sabido invertir en un deporte que poco a poco va despertando y se ha convertido en el primer deporte nacional y con equipos referentes en Europa.
Han logrado llevar a su país el próximo mundial de fútbol del año 2018 con las inversiones y el escaparate a nivel mundial que ello supone.
Por otra parte, también han conseguido convencer a buenos futbolistas, estrellas antaño, que han ido a Rusia a ganar dinero y a plasmar sobre el césped su categoría. Los casos del brasileño y ex-madridista Roberto Carlos, el japonés Honda, el luso-venezolano Danny o el argentino Nico Pareja, son pruebas fehacientes del poder de convocatoria de la actual Premier Liga rusa.
Danny se convirtió en el 2008 en el jugador más caro adquirido por un equipo ruso, al pagar el Zenit de San Petersburgo 30 millones de euros al Dínamo de Moscú por sus servicios.
El fichaje del holandés Guus Hiddink como seleccionador nacional, puso en el panorama futbolístico mundial a la selección de fútbol, alcanzando bajo su mando por primera vez en la historia unas semifinales del Campeonato de Europa, cayendo ante España, que a la postre ganara el torneo bajo la dirección de Luis Aragonés.
Otro motivo más del desarrollo futbolístico en el país del este de Europa ha sido la exportación de futbolistas rusos a los mejores clubes ingleses, tales como Andrei Arshavin al Arsenal y Roman Pavlychenko al Tottenham Hotspur. La publicidad que ello supone para el fútbol ruso es determinante.
Hoy día la competición está más equilibrada con diversos equipos optando al campeonato, CSKA de Moscú, Zenit de San Petersburgo, Rubin Kazan, Dinamo, Lokomotiv y la sorpresa del año, el Anzhi Makhachkala fundado en 1991, recién llegado a la Premier Liga, propiedad de Magomed-Sultan Magomedov, que fuera presidente de la antigua repúlica de Daguestán. Las inversiones que están haciendo en el club de esta ciudad costera al Mar Caspio de poco más de cuatrocientos mil habitantes, son espectaculares.
Hay fuerte ambición a corto plazo de jugar en Europa y poder situar en el mapa a la ciudad del norte del Cáucaso.
La llegada de Roberto Carlos fue el inicio de un proyecto multimillonario que ha continuado con inversiones en futbolistas de mucha categoría, como su compatriota de 23 años, Jucilei o el húngaro recién contratado Balázs Dzsudzsák procedente del PSV Eindhoven, equipo en el que ha realizado una fenomenal campaña.
Hoy día, por fin, hay alternativas al eterno Moscú, las provincias se han rebelado ante la diversa dictadura moscovita. Zenit de San Petersburgo, Rubin Kazan y Anzhi son las alternativas más razonables.
Las inversiones procedentes del gas y del petróleo aplicadas al fútbol, mueven montañas y eso está sucediendo en Rusia.
Gana el fútbol.